La trascendencia y responsabilidad de la prensa al difundir hechos y noticias ha saltado a primer plano a raíz de la pandemia del Covid-19. Algunos medios abusan de titulares que no se ajustan a la verdad, o emiten notas mediatizadas y en los textos no explican la realidad de las cosas. Otros, los más responsables, se alinean con las directivas emitidas por el Gobierno y, en señal de su compromiso para con sus lectores, reseñan noticias lo más cercanas a la autenticidad de los hechos.
Por otra parte, ministros, directores de organismos sanitarios e incluso el propio presidente de la República, son a menudo cuestionados por la opinión pública acerca de las versiones que proporcionan sobre algún punto neurálgico que viene originando la pandemia. Hay incluso confusas contradicciones entre lo que dicen y lo que ocurre en realidad. Son tendencias que han salido a flote con esta catastrófica situación.
La necesidad de informar con el mayor cuidado y certeza y, en lo posible, con la debida verificación de lo que se informa, ha sido puesta sobre el tapete debido a la actual pandemia del Covid-19. Debe tenerse en cuenta en situaciones tan difíciles como la presente, lo esencial y directo es preservar vidas humanas Los reporteros tienen la obligación de cruzar los datos obtenidos con las fuentes y especialistas más confiables. La más acuciosa exactitud en lo que se informa debe ser el lema de todo periodista que se precie de tal. Caso contrario se puede inducir a equivocaciones irreparables.
Hoy en día los medios de comunicación, sean estos escritos, hablados, televisados o emitidos por las redes, difunden una gran cantidad de informaciones acerca de la pandemia que nos aflige. No siempre toda esa carga informativa se basa en informes de fuentes confiables. En el camino y ante la premura que demandan los editores, los periodistas recogen diversas versiones que, poco a poco, van distorsionando la esencia o veracidad de los hechos.
Una minuciosa investigación de los hechos es siempre aconsejable a pesar de lo tirano que es el tiempo. Un periodista responsable se tiene que dar tiempo y espacio para lograr la mayor veracidad y minuciosidad posible de la nota que va a entregar a su público. Hoy en día, el Internet provee variada y vasta información sobre tal o cual tema. No obstante, muchas de esas versiones no siempre son definitivamente certeras pues hay que entender que todo lo que aparece en ese medio electrónico es obra también de humanos y, por ende, sujeto a contener yerros no necesariamente preconcebidos o intencionales.
De allí que una práctica redaccional es la de cruzar informaciones hasta formarse una idea clara de lo que se quiere informar. Se entiende y reitera, por supuesto, que el tiempo suele conspirar con esos mejores propósitos, pero el periodista debe estar previamente provisto de indicativos relacionados con lo que se desea abordar e informar.
Como un vivo ejemplo de lo que acontece cuando no se pone el debido interés y responsabilidad en una información, es la reciente fotografía difundida por un diario local que no correspondía a lo que se viene dando en Lima, tal como aseveraba la noticia, sino en Bogotá. El diario hizo la rectificación al día siguiente y, torpeza aparte, volvió a cometer otro desatino periodístico al señalar que la foto en cuestión que mostraba un bus atestado de pasajeros, no correspondía a Lima sino a Bogotá. “En Lima no hay esos congestionamientos en los vehículos del servicio público”, rezaba la leyenda respectiva.
¿Qué aquí no se da esa congestión de gente en ticos y minivanes, sobre todo? ¿De dónde sacó esa versión ese diario? Todos los días se puede observar combis y buses atestados de pasajeros, si bien con mascarillas, pero apretujándose entre ellos, sobre todo en las zonas periféricas y populosas de la ciudad. Incluso se divisa a impotentes policías queriendo poner orden sin mayor éxito. He ahí un lamentable ejemplo de cómo cierta prensa peca de irresponsable.