Partimos que en una cadena de suministro actúan diferentes protagonistas, entre ellos los productores, acopiadores, fábricas transformadoras, certificadoras, abastecedores de insumos para el empaquetado, transportistas y finalmente las plataformas comerciales, generando así el nexo con el consumidor final.
Desde la aparición del primer caso en marzo, a la fecha, el coronavirus se ha multiplicado en el país, lo cual está colocando en la mira al sector alimentos en cuanto al abastecimiento de manera eficiente y competitiva. Si bien es cierto al inicio, el impacto en el abastecimiento de alimentos no fue considerable, cabe destacar que, en los meses de abril y mayo, sí se está visualizando el impacto en los actores de la cadena alimenticia.
Empezaremos por nombrar algunos ejemplos básicos: en la zona norte del Perú, en Olmos, iniciando la cuarentena un grupo de trabajadores de las plantas procesadoras de alimentos se rehusaban a acatarlas directrices del gobierno, esto trajo consigo manifestaciones y hacer entender que el sector alimenticio es un sector que debía seguir operando, los trabajadores continuaron, se procesó el producto y se envió a los mercados internacionales. Nos preguntamos ahora, luego de un par de meses cómo es el rendimiento de dichas plantas procesadoras, donde la mano de obra es intensiva.Definitivamente el rendimiento recibe un impacto fuerte, hasta llegar a un 50%y en algunos casos pararon su producción. Así mismo de no disponer de mano de obra especializada para la producción de algunos alimentos como por ejemplo el espárrago, donde las plantas procesadoras ubicas en la zona de Virú deberán trasladar personal especializado desde Ica, o de lo contrario sólo tendrán mano de obra sin experiencia, generando rendimientos bajos y, por ende, altos costos de producción, y si nos vamos al otro extremo, en China ya se está presentando una clara escasez de mano de obra.
Por otro lado, tenemos mucha infraestructura de transporte, muchas interrumpida, obstaculizando así la entrega de los pedidos y por ende el stress de los alimentos frescos como es el caso del espárrago o arándanos, cuyos precios depende de su frescura en el punto de venta.
Debemos entender que, al inicio de esta pandemia, la demanda de productos se intensificó por diversos motivos psicológicos. Somos un país pobre y por lo tanto tenemos una demanda elástica de alimentos, los cuales sufren una variación al aumentar su precio, generando una contracción en el consumo. Así mismo las plataformas comerciales, donde se reúnen compradores y vendedores está cambiando, es decir las modalidades de compra de los consumidores, no será la misma que inicios de este año, por lo tanto, se generarán nuevos espacios de ventas y de acercamiento al consumidor. Citamos como ejemplo los mercados itinerantes que se celebran en algunos parques de ciertos distritos, descongestionando de esta manera el tráfico de los supermercados, el comercio electrónico que sufre deficiencias preocupantes, consumo mayor en los hogares y finalmente nuestra gastronomía que llega a través de los restaurantes, notará su impacto al tener menor tráfico en los mismos.
Definitivamente se vienen tiempos de muchos desafíos para la industria alimentaria: elevados costos de producción, escasez de mano de obra especializada, falta de infraestructura, competencia de mercado, y un mercado que exige se mantengan los precios a pesar de la coyuntura.
